martes, 25 de diciembre de 2007

!Un paseo por las nubes: un relato para disfrutar!


Una crónica divertida que nos presenta las andanzas de un pequeño que se prepara para experimentar su primer beso...

Llevaba dos semanas prometiéndome que lo haría. Lo intenté muchas veces, pero cuando llegaba el momento alguna cosa sucedía. Mi reloj marcaba las 10:02 de la mañana. El reciente toque del timbre me avisaba que ya era hora de la emboscada. Unas gotas se deslizaban por mi rostro. Con mis manos gorditas las secaba. No podía permitir que me viera sudado, eso jamás, lo odiaba. Ya el salón de clase estaba vacío. Un montón de números en la pizarra me hicieron ver todo el tiempo que volé por los aires solo pensando en ella, no lograba entender absolutamente nada. Solo faltaba yo por bajar al recreo, así que respiré profundo y antes de dar un paso al frente arregle mi camisa dentro del pantalón. Justo en la puerta que daba hacia el corredor metí mi mano en el bolsillo derecho. Un dedito se me fue por el agujero donde se escapaban mis monedas, pero mi mamo sintió lo que buscaba.

Bajé las escaleras lentamente, mientras repasaba en la mete lo que diría. Mis piernas temblaban y mi corazón palpitaba tan fuerte que pensé que saldría de mi pecho en cualquier momento. Era la primera vez que lo haría, lo había visto miles de veces en la televisión, pero yo lo sentiría por primera vez. Al fondo mis ojos divisaban una puerta roja. Al abrirse dejaba ver el patio donde estaba jugando, desayunando, hablando y descansando toda la escuela. Con mucho cuidado me asomé por una orillita. Y allí estaba, como siempre, sentada al pie del único árbol que en ese lugar existía. Sonriente devoraba una manzana verde. No sabía que la observaba pero me regalaba, a cada mordisco, el brillo de sus dientes. Tembloroso volví a meter la mano en mi bolsillo. No podía más, después de todo debía hacerlo. Así que respire nuevamente y decidí cruzar el patio.

Mientras me acercaba sentí como un frío extraño debilitaba mis pasos. Un miedo inmenso invadía mi cuerpo. Pensé en salir corriendo de allí, perderme del mapa hasta que tuviera que regresar a clases. Pero ya era tarde. Paula me había visto y agitando su mano me saludaba. Yo sonreí tímido mientras mi cabeza se encendía. Una vez más mis cachetes me había delatado, ya estaban RoooOOjos como los tomates de mi abuela.

“Hola Paula”, fue lo único que salió de mi boca. Me senté a su lado, pues me buscó conversación sobre la clase y me pidió que le explicara. Con el apuro ni baje desayuno, así que le dije que ya había comido. A cada instante miraba el reloj y verificaba el contenido de mi bolsillo. Ella, con sus rulitos volando por el aire, solo me miraba. El tiempo se hizo eterno, ya casi ni la escuchaba, solo podía pensar en una sola cosa. Hasta que por fin la señal apareció. ¡Rim! – ¡Rim! El timbre que indicaba el fin del recreo sonó. Intenté decir lo que pasaba por mi mente pero ningún sonido salió. El miedo me había dejado sin palabras. Recobre fuerzas, lo suficientes como para ver su rostro y atreverme. Con delicadeza, pero tan rápido como un rayo, pose mis labios sobre los de ella. Fue un segundo eterno. Estaba tan cerca que nuestras narices chocaban. Me aleje asustando, con la mirada perdida. Solo pude sacar rápidamente el barquito de papel que llevaba en mi bolsillo, lo puse en sus lindas manos y corrí como loco hacia el salón. En la vela una nota decía: “¿Quieres dar un paseo por las nubes?”.
Oriana Martínez
13- Dic- 2007 ...Madrid. España

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